La teoría del
multiverso abre la posibilidad de que nuestro universo no sea el único que
existe.
Esta semana un
telescopio en el Polo Sur (BICEP2) ha encontrado las llamadas ondas gravitacionales, las deformaciones en el
espacio-tiempo provocadas por el Big Bang y que suponen la evidencia más fuerte
de que el Universo se expandió exponencialmente en
una fracción de segundo tras la gran explosión, hace 13.800 millones de años.
Cosmólogos, físicos y astrofísicos han celebrado la detección, hasta el punto
de que algunos de ellos lo consideran el «descubrimiento del siglo XXI».
Es el máximo acercamiento nunca realizado al tiempo cero, cuando el
Cosmos tenía el tamaño de una pelota de tenis. Pero las implicaciones de este
hallazgo no se quedan ahí, algunos teóricos creen que puede ser la puerta al multiverso, es decir, a la posibilidad de que
nuestro Universo no sea el único que existe, sino que varios floten como
burbujas en una olla al fuego.
La teoría del
multiverso postula que, cuando el Universo creció de manera exponencial en
menos de un abrir y cerrar de ojos tras el Big Bang, algunas partes del
espacio-tiempo se expandieron más rápidamente que otras, lo que podría haber
creado una especie de burbujas que albergarían sus propios universos. Estos
«compañeros» podrían tener leyes físicas y constantes fundamentales diferentes
a las que conocemos, incluso muy extravagantes, como más dimensiones o la
ausencia de átomos, por ejemplo.
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