martes, 25 de marzo de 2014

Si sales a correr, mejor por la mañana

Si eres de los que sale a correr o va al gimnasio por la noche, deberías plantearte un cambio de horario, porque el ejercicio intenso nocturno altera nuestros ritmos biológicos y afectan a la calidad del sueño. 

El mejor momento del día para realizar una actividad física intensa es la mañana. “Nuestro reloj interno está sincronizado con el exterior gracias a la luz, la hora de la comida y el ejercicio. Asocia la actividad con la mañana. Si haces deporte por la noche, le mandas una señal contradictoria. Ve que no hay luz, pero percibe que estás muy activo y dispara las hormonas matutinas, lo que retrasa y dificulta el sueño”, explica a ABC la doctora Marta Garaulet, catedrática de Fisiología y Nutrición de la Universidad de Murcia, profesora visitante en la Universidad de Harvard (EE.UU.) y autora del estudio. 
En un estudio anterior, en colaboración con Harvard, la doctora Garaulet y su equipo ya habían demostrado que comer antes de las 3 de la tarde favorecía la pérdida de peso. Ahora querían averiguar si el horario también influía en los beneficios del ejercicio. Para comprobarlo, reclutaron a 21 mujeres jóvenes y sanas pertenecientes al equipo de rugby de la Universidad de Murcia. 
La primera semana salieron a correr a las 9 de la mañana, juntas y al mismo ritmo, durante 45 minutos. La segunda semana no hicieron este ejercicio y se utilizó como periodo de control para medir su ritmo circadiano normal. Y la tercera semana realizaron la misma actividad que la primera, pero a las 9 de la noche. Cada diez minutos, los investigadores medían la temperatura corporal en la muñeca de las participantes. 
«La temperatura cambiante, más calor de noche y más frío de día, es un buen indicador de salud circadiana», explica la experta. En personas jóvenes y sanas estas diferencias son marcadas. La máxima temperatura coincide con la hora del sueño más profundo, entre las 3 y las 4 de la mañana, y también se produce otro pico después de comer, asociado a la hora de la siesta. «Cuando se iban a correr por la mañana las diferencias entre las temperaturas del día y la noche eran más extremas, lo que significa que mejoraban los ritmos circadianos» , señala la experta. 
Sin embargo, cuando el ejercicio se realizaba de noche, se producía un «aplanamiento» de los ritmos y el pico de sueño más profundo se retrasaba a las 6 de la mañana. «Les cuesta dormirse y cuando se despiertan a las siete se levantan muy cansadas, lo que provoca un mayor adormecimiento por la mañana», explica la doctora Garaulet, que recuerda que este perfil se asocia con «menor pérdida de peso y mayor grado de obesidad y envejecimiento».

TEORÍA DEL MULTIVERSO

La teoría del multiverso abre la posibilidad de que nuestro universo no sea el único que existe.
Esta semana un telescopio en el Polo Sur (BICEP2) ha encontrado las llamadas ondas gravitacionales, las deformaciones en el espacio-tiempo provocadas por el Big Bang y que suponen la evidencia más fuerte de que el Universo se expandió exponencialmente en una fracción de segundo tras la gran explosión, hace 13.800 millones de años. Cosmólogos, físicos y astrofísicos han celebrado la detección, hasta el punto de que algunos de ellos lo consideran el «descubrimiento del siglo XXI». Es el máximo acercamiento nunca realizado al tiempo cero, cuando el Cosmos tenía el tamaño de una pelota de tenis. Pero las implicaciones de este hallazgo no se quedan ahí, algunos teóricos creen que puede ser la puerta al multiverso, es decir, a la posibilidad de que nuestro Universo no sea el único que existe, sino que varios floten como burbujas en una olla al fuego.
La teoría del multiverso postula que, cuando el Universo creció de manera exponencial en menos de un abrir y cerrar de ojos tras el Big Bang, algunas partes del espacio-tiempo se expandieron más rápidamente que otras, lo que podría haber creado una especie de burbujas que albergarían sus propios universos. Estos «compañeros» podrían tener leyes físicas y constantes fundamentales diferentes a las que conocemos, incluso muy extravagantes, como más dimensiones o la ausencia de átomos, por ejemplo.

domingo, 23 de marzo de 2014

El agujero en la capa de ozono no se ha cerrado.

El agujero en la capa de ozono no se ha cerrado, y sigue preocupando a la comunidad científica.
Un equipo de investigadores británicos acaba de identificar cuatro nuevos gases que contribuyen al deterioro de este escudo protector en la atmósfera de la Tierra, si bien desconocen su origen y piden más investigaciones.
Los expertos de la Universidad inglesa de East Anglia han trabajado a partir de diversos análisis del aire, algunos tomados en los pasados años setenta, y han descubierto las nuevas sustancias, cuya acumulación es motivo de preocupación, según destacan en un artículo publicado en el último número de Nature Geoscience.
La capa de ozono, que se encuentra a unos treinta kilómetros por encima de la superficie de la tierra, tiene una labor crucial a la hora de filtrar los rayos ultravioletas, que pueden causar cáncer en las personas y problemas de reproducción en los animales.
Científicos del British Antartic Survey, en la ciudad inglesa de Cambridge, descubrieron en 1985 un agujero en la capa de ozono de la Antártida, lo que motivó que en 1987 se restringieran -con la firma del protocolo de Montreal- las sustancias que lo producían.
Por entonces, los expertos habían identificado la producción de clorofluorocarbonos (CFC) como destructores de la capa de ozono.
Estos CFC, que tienen una capacidad de supervivencia de entre 50 y 100 años, fueron inventados en los años veinte del siglo pasado y fueron utilizados ampliamente en aerosoles y refrigeración.
Estos cuatro nuevos gases entran en la atmósfera desde fuentes aún no identificadas, si bien tres de ellos tienen la composición del CFC y el otro es hidroclorofluorocarbono (HCFC).
Los expertos descubrieron los gases al analizar muestras de aire capturadas de distinta manera en los pasados años setenta, así como de burbujas de aire atrapadas en capas de nieve en Groenlandia.
"La identificación de estos cuatro nuevos gases es muy preocupante puesto que contribuyen a la destrucción de la capa de ozono", insistió Laube.

"No sabemos desde dónde se están emitiendo y esto debería ser investigado. Entre las fuentes posibles figuran químicos para la producción de insecticidas o solventes para la limpieza de componentes electrónicos", agregó el experto.